Svetlana Alexeiévich

El 26 de abril de 1986 se produjeron una serie de explosiones que destruyeron el reactor y el edificio de la Central Eléctrica Atómica (CEA) de Chernóbil situada en bielorusia. Fue la catástrofe tecnológica más grave del siglo XX.

Svetlana Alexiéivich, Premio Nobel 2015, recurre a las voces más diversas, se detiene en los bomberos que estuvieron ahí, en los niños, en los ancianos que se negaban a abandonar la zona contaminada y con una maestría única construye una dura crónica del futuro.  Es la voz de Liudmila Dmitrieva Polénskaya que dice: “Yo misma descubrí algo. Comprendí que Chernóbil se hallaba más allá de Kolima, de Auschwitz. Y el Holocausto. ¿Me expreso con claridad? El hombre armado de un hacha y un arco, o con los lanzagranadas y las cámaras de gas, no había podido matar a todo el mundo. Pero el hombre con el átomo… en esta ocasión toda la Tierra está en peligro”.

Pero son las voces de los niños los que descubren antes que nadie la dimensión de la destrucción:

“En nuestra aldea desaparecieron los gorriones. Al primer año después del accidente. Se los veía tirados por todas partes: en los jardines, sobre el asfalto (…) Al cabo de dos años aparecieron los gorriones. Nosotros nos alegramos y nos gritábamos el uno al otro: “Ayer vi un gorrión. Han regresado.

Desaparecieron los escarabajos del bosque. Y siguen sin aparecer por aquí. A lo mejor, regresan dentro de cien años, o de mil, como dice nuestro maestro. Ni siquiera yo lo veré. Yo que tengo nueve años”

La serie de televisión con el mismo nombre, “Voces de Chernóbil”, está basada en esta obra.Vale la pena, si la pena, leer el libro y ver la serie.

¿Te gusta este artículo?

Puntuación promedio 0 / 5. Votos: 0

No hay votos hasta ahora! Sé el primero en calificar esta publicación.

Compartir

Mayo 7, 2021