“Piercing” de Ryu Murakami
Por Marcia Henríquez Bustamante
No es posible escapar de la infancia. La niñez, sus episodios de impacto,
van a inscribir una marca de fuego en algún lugar oscuro de la mente.
Ser la persona adulta, que se quisiera ser, va a depender de la capacidad
del individuo para mantener a sus monstruos de la niñez en un compartimento
estanco y en vencer la tentación de dejarlos salir.
Esa parece ser la hipótesis de Ryu Murakami al escribir su libro Piercing.
Desde las primeras páginas sabemos que el protagonista se consume en
un deseo feroz. Hace diez noches que se levanta y se dirige a la cuna de su
pequeña hija mientras sostiene un picahielos en su mano. No es necesario inhibir la línea de pensamiento. El hombre desea enterrar el picahielos en el cuerpo de esa bebé a la que ama.
A un par de pasos, sobre la cama, su esposa, a la que también ama,
duerme profundamente.
Con una historia brutal, pero factible, Murakami despliega talento para sostener la tensión narrativa en las poco más de doscientas páginas de la novela.
De partida el protagonista busca una solución que no signifique herir a su
familia. Opta por tomar como objeto de su deseo a algún personaje que (a pesar
de los discursos), en la escala social esté relegado a una tercera o cuarta
categoría. El hombre urde un plan razonable en el trabajólico Japón de finales del siglo XX y cuando estamos preparados para lo peor, es justo cuando comienzan las sorpresas.
Dejando de lado la evidencia del estereotipo, el relato a mi juicio no
pretende etiquetar a las personas que han tenido infancias reconociblemente
difíciles. Me parece más sencillo que eso: cada vez que conocemos gente, ya
adulta, quedamos al lado de afuera de su vida. Vamos a saber, de esa persona, lo que esté dispuesta a mostrarnos y la mayoría de las veces, los “monstruos”,
perspicaces o bobos, se van a quedar en casa y bajo siete llaves. ¡Salud por eso!
Aunque la lectura de este libro es muy recomendable, se echa de menos un
final más resuelto y no le vendría mal a esta novela un título que refleje mejor la
zona oscura, aunque hay que decirlo, “Piercing” se aloja en una zona sensible y
dolorosa.
