Silvia Ferreri
Edicola, 2018
Un desgarrador y honesto relato de lo que vive una madre con una hija que nace hombre en un cuerpo de mujer. La negación –“ya se le va a pasar”-, la culpa – “algo no hice bien”-, la rabia- “por el dolor que siente y que otros no lo sienten”-, el miedo, la vergüenza, se mezclan en esta novela que no ahorra al lector nada de la tragedia humana ni de lo cruento de la solución médica. Nos atrapa y sentimos en cada página la cruel disyuntiva que enfrentan las personas con disforia de género: someterse al imperativo de la naturaleza aceptando un cuerpo que no sienten propio o luchar y vencer el miedo para que sus vidas sean más coherentes.
La soledad frente a un mundo que se cree inmune y con derecho a juzgar que es lo normal y que no, lo expresa la autora con prosa directa y algo amarga:
“En ella, sin embargo, no vi nada. Ningún dolor que me la volviera cercana. Eran las personas que más miedo me daban. ¿De dónde sacaban tanta seguridad? ¿Qué clase de hechizo protegía sus vidas para comportarse con tanta arrogancia? ¿No imaginaba que algún día podía tocarle a ella? ¿Un hijo muerto, desaparecido, violado, castrado, maricón?
No, la vida no guardaba sorpresas para ella. Los otros éramos nosotros. (…)
Y rió. Y siguió riendo también cuando me preguntó: ¿Ustedes tienen una hija de la misma edad, verdad?. Si, dieciséis, contesté. Ahora está en casa, dije, probablemente en internet buscando un modelo de pene falso para hacerse un trasplante a los dieciocho años. Su risa se detuvo”.
