“La Búsqueda”, Cristóbal Jimeno Chadwick y Daniela Mohor Wöhlke
Por Rodrigo Aravena Alvarado
Este libro es notable por varias razones, además del reconocimiento que obtuvo en noviembre de 2023 con el Premio Municipal de Literatura.
Una de ellas es la extraordinaria capacidad de síntesis que ambos autores ofrecen para lograr una narración clara, emotiva y basada, línea a línea, en el cúmulo de evidencia que el caso de los detenidos desaparecidos de La Moneda ha generado, a 50 años del Golpe de Estado del 11 de septiembre.
El texto se centra en un detenido en particular, Claudio Jimeno Grendi, y parte, acertadamente, con un acercamiento a su humanidad. Ese día martes 11 de septiembre, Jimeno salió de su casa a trabajar junto al presidente Allende, como lo hacía cotidianamente, pero tal vez con total conciencia de lo que vendría pues, a diferencia de muchos de sus coetáneos, intuía la inminente intervención castrense. Al mismo tiempo, sin embargo, dejó en casa a su esposa y a sus dos pequeños hijos de tres y un año. El mayor de ellos, el abogado Claudio Jimeno Chadwick, escribe este libro, junto a su esposa, la periodista Daniela Mohor.
La extraordinaria capacidad crítica de que revelan los autores, los lleva a contar una historia dolorosísima, que bien podía sostenerse solo a partir de la causalidad de los hechos y de las sentencias judiciales ya dictadas, pero que ellos buscan hacer tangible y comprensible; no obstante el horror, para lectores que no han vivido hechos como los relatados, pero que, de una u otra forma, deben intentar convivir, sin conciencia de ello, sobrellevando los efectos que la Dictadura ha legado al país a nivel social, económico y cultural.
Personalmente, me ha impresionado la vocación por humanizar a cada uno de los personajes que aparecen en este volumen. Las figuras de la jueza Amanda Valdovinos y del ex PDI Juan Seoane son entrañables. Personas, no personajes es más correcto, que hicieron todo lo que estaba a su alcance para sacar adelante el rol que en ese momento histórico les tocó desempeñar. El libro nos lleva a pensar en que quizás ya es hora de reconocer a aquellas personas que de alguna forma fueron más allá de la fórmula de la “justicia en la medida de lo posible” e hicieron “todo lo posible” por transmitir la memoria de los hechos y establecer la certeza jurídica sobre ellos.
En Chile se documentó la existencia de más de 3000 personas torturadas, 1500 detenidas desaparecidas y casi 1000 sitios de memoria en donde se padecieron o resistieron violaciones a los derechos humanos. Este libro, testimonial, viene a confirmar la necesidad de mantener el diálogo abierto sobre este pasado que con demasiada frecuencia se trivializa, manipula o simplemente se intenta clausurar con el pretexto de mirar al futuro o de reconciliar al país.
Finalmente, la pregunta de los autores, especialmente de Claudio Jimeno hijo, hablando en primera persona, hablando con la imagen de su padre, inquiriendo su motivo para dejar a su familia, para morir en el asalto del 11 de septiembre a la Moneda, y el tesón no solo profesional del abogado litigante, por conseguir justicia, nos debe hacer pensar en la necesidad de avanzar (finalmente) hacia una cultura de derechos humanos, que solo es posible cuando son los principios y compromisos éticos más profundos los que nos mueven. Estos compromisos exceden lo profesional, lo político, lo histórico. No otra es la motivación de Claudio Jimeno Chadwick y, por extensión, el de Daniela Mohor: poner la lealtad al vínculo filial como uno de los principios éticos para la reconstrucción de su propia identidad actual.
Cierto es que a cada uno de nosotros nos hermana el haber tenido un padre y una madre que, con aciertos y errores, nos legaron el mundo que habitamos hoy. El acto de reconciliación final de los autores, escrito desde la emoción y la esperanza, con los niños que ellos fueron en Dictadura, y con los padres que tuvimos o no tuvimos en ese tiempo, y con los padres de hoy, es un símbolo de todo lo que nos queda por hacer aún en Chile.
Este libro quiso hacer visible una historia, y nos mostró un camino.
