“La insoportable levedad del ser” de Milan Kundera
Por Marcia Henríquez Bustamante
La primavera de Praga, en enero del ’68, fue un intento checoslovaco de dar un rostro humano al sistema socialista. El movimiento que, entre otras cosas, buscaba la libertad de expresión y de disidencia política, se vio sofocado en agosto de ese año. El pacto de Varsovia entró con quinientos mil hombres, se llevó al gobernante de Checoslovaquia a Moscú y lo devolvió a Praga, sometido, portando las ideas oficiales del régimen comunista.
La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera, no es una novela histórica. En esencia es una historia de amor y desamor; de traumas, miedos, vergüenzas y obsesiones: una novela sobre Teresa y Tomás, dos vidas que pasan, pero esas vidas se despliegan contra el telón de fondo grave y pesado que supone cualquier dictadura.
Teresa ama obsesivamente a Tomás, y no logra encontrarle otro sentido a la existencia que no sea el amor de ese hombre. Quiere dejar atrás una historia previa saturada de humillaciones cotidianas. ¿Ama a Tomás o lo necesita?
Tomás ama obsesivamente la medicina y ama tiernamente a Teresa a partir de una casualidad absurda. La primera noche que pasó en su departamento, Teresa enfermó y él tuvo que permitirle quedarse (nunca lo había permitido a otra mujer). Pero Tomás es adicto al sexo, con Teresa y con cuanta curva lo aparte del camino para… No. Kundera no dice “para echar un polvo”, pero lo digo yo, porque eso es. Tomás es como un coleccionista que produce cierta comicidad porque con cada mujer repite el mismo comportamiento. El encuentro sexual comienza con una orden de Tomás: ¡Desnúdate! Debo admitir que ese patrón me pareció una rutina poco atractiva.
Como en cualquier novela el peso del contexto está muy presente. El régimen represivo, el temor a ser perseguido, la posibilidad de delatar a otras personas sin siquiera pretenderlo, van configurando las decisiones que toman los personajes.
O sea, si le quitamos el trasfondo histórico y político, las vidas de los personajes son poco trascendentes. Son leves.
La maestría de Milan Kundera se revela en el planteamiento inusual de la historia que cuenta. Desde las primeras páginas sabemos que el narrador está escribiendo esta novela porque un día “vio” a Tomás contra la ventana. Vale decir, los personajes aparecen de pronto y tienen la gentileza de mostrarle al escritor sus conflictos sin ningún tapujo.
El libro está dividido en siete partes, muy distintas entre sí, que a ratos escapan al género narrativo. Por ejemplo, en la tercera parte, ofrece un minidiccionario porque Tomás y Teresa no siempre entienden lo mismo cuando usan la misma palabra.
En cada página podemos encontrar alguna frase intensa que nos deja el sabor amargo de la levedad de la existencia y la imposibilidad del eterno retorno. Una y otra vez el narrador nos recuerda que ni la historia personal ni el conjunto de hechos históricos van a repetirse jamás, por lo tanto, nada hay que podamos corregir. Allí radicaría nuestra verdadera levedad.
Hay otros dos personajes en el libro, Sabina y Franz, cuyas opciones son los opuestos de Teresa y Tomás. Vale la pena hacer las comparaciones y observar los resultados como un científico frente a su experimento.
El libro podría tener un final conmovedor, sin embargo, Milan Kundera explora o quizá juega con las emociones de los lectores y le da al texto un final realmente leve.
Buenísima lectura.
No he leído esta novela, pero después de leer la reseña de Marcia me provoca hacerlo. Gracias.
Muchas gracias, Cecilia, por tu comentario. Esperamos tus comentarios de la novela 😉