Mario Levrero
Random House, 2018
La novela transcurre en Penurias, pequeña ciudad a unas dos horas y media de Montevideo, poco antes de “Miserias, Desgracias y otras populosas localidades del interior”. Hacia allá se dirige desde la capital un escritor fracasado, enviado por su editor en la búsqueda del misterioso autor de un manuscrito que llegó a sus manos y que quisiera publicar. Es el relato de su peregrinar por la ciudad y de sus encuentros con diversos personajes, todos borrosos, grises, fracasados, sin esperanzas, como él mismo. Entre ellos una mujer, una prostituta, que es la única fuente de luz en ese paisaje de muerte.
Todo es triste, desolado, plano; pero nunca dramático, ni siquiera algo que debe necesariamente tomarse en serio. Recuerda a Piglia. O un tipo de literatura que sólo se encuentra en esas inmensidades alrededor del Río de la Plata, donde los habitantes se pierden y enloquecen ante a un horizonte que no ofrece referencias ni compañía.
“Decidí hacerle caso, fuera ángel o demonio. O un simple viejo pedante, a quien yo atribuía poderes mágicos. Pero el hombre me había caído en gracia, y no podía negar que ejercía sobre mí una sólida autoridad, ese tipo de autoridad que sólo la sabiduría confiere a los hombres”.