Algo tiene la buena literatura que nos llama a compartirla. La lectura es una actividad tan íntima como comunitaria. La intimidad de la primera lectura, ese momento en que nos enfrentamos solos con la obra, puede engrandecerse al compartirlo.
Al compartir nuestra lectura la obra literaria se abre y se multiplica. Reconocemos nuevas y posibles lecturas, al hablarlo hacemos consciente lo que esa lectura produjo en nosotros y cómo nos interpeló. En el silencio de nuestra mente algunas sensaciones quedan registradas en nuestro inconsciente y solo se hacen visibles con la mirada de los otros.
Al compartir las lecturas, confrontamos nuestras ideas, compartimos sensaciones y experiencias, nos abrimos a otras posibles lecturas y aprendemos a leer desde un lugar diferente.