Henrik Ibsen
Panamericana Editorial, 2000
Ibsen escribió, el año 1879, el más profundo y descarnado retrato acerca de las relaciones burguesas entre hombre y mujer. Desde entonces, el drama Casa de Muñecas se ha montado innumerables veces en los escenarios del mundo entero, convirtiéndose en un clásico de la literatura feminista, sin ser escrito por una mujer. Porque Nora somos todas las mujeres que en algún momento de nuestras vidas nos sentimos cómodas comportándonos cómo niñas alegres para que nos cuiden y protejan. Hasta que de pronto, siempre con mucho dolor, nos damos cuenta que nuestro protector es también nuestro carcelero.
“Helmer.- ¿No?… ¿Qué no has sido feliz?
“Nora.- No; solo estaba alegre. Eso es todo. Eras tan bueno conmigo. Pero nuestro hogar no ha sido otra cosa que una casa de muñecas. Aquí he sido tu esposa muñeca, igual que lo fui en casa de papá. Y los niños, a su vez, han sido mis muñecos. Me divertía que jugaras conmigo, igual que a los niños les divertía verme jugar con ellos. Eso ha sido nuestro matrimonio, Torvald”